Eugene O Neill es uno de los dramaturgos norteamericanos más destacados del siglo XX, él sabe diseccionar las diversas aristas del alma humana, una de sus obras centrales es “Largo viaje del día hacia la noche”, ahora el joven director Juan Carlos Cuéllar nos ofrece una adaptación de uno de sus primeros textos, el monólogo “Antes del desayuno” que data de 1916, y que desde hace poco más de dos meses se viene presentando en el Espacio Urgente del Foro Shakespeare.
En esta ocasión no es Mrs. Rowland la que lanzará su panegírico de ardor y profundo sufrimiento ante el desencuentro amoroso de su marido, ahora es la Señora Quiñones, porque importa su nombre, lo que destaca es la dureza con que O Neill hace una radiografía de la pareja que se trunca, en el momento más inesperado.
Con toda parsimonia, ella prepara el café matinal, se sienta en la mesa y cavila, su esposo que tan sólo se expresará con lenguaje corporal permanece en el baño, cabizbajo, ausente, encerrado en su propio mundo, tal vez oiga lo que ella dice pero no escucha.
La señora Quiñones se queja que su marido es un bueno para nada, de que no le sirve ser poeta, si no es un buen proveedor, de su supuesta infidelidad amorosa, de ese tener que compartir un mismo techo tan sólo por la costumbre, y no porque exista entre ambos una complicidad cotidiana.
Al ser monólogo, el peso de la puesta en escena recae en Itari Marta quien logra una interpretación convincente de su atribulado personaje, sabe matizar, compartir el dolor de esta mujer, tal vez hacia el final de la obra sobre actúe un poco, pero el balance de su actuación es positivo.
Por su parte Ammel Rodrigo, es el silente Alfredo, el esposo, quien tomará una decisión radical. Ambos son dirigidos desde un trazo minimalista, que apuesta por generar una angustia creciente en el espectador por el joven director Juan Carlos Cuéllar, apoyado en una sencilla escenografía y una buena iluminación de Roberto López Rodríguez.